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Todxs tenemos un lado salvaje. Todxs somos salvajes y todxs hacemos de nuestra vida un baile. Un baile de emociones que suben y bajan, que se apartan y les abren la puerta a cosas más grandes y, a veces, inesperadas. Lo salvaje sabe ganarle a lo civilizado, y eso es lo que, en fin, nos hace humanos.
Martín Ameconi, oriundo de Marcos Paz, es la cabeza detrás de El Baile de los Salvajes, proyecto que cobra vida en el año 2019 con el lanzamiento de su primer disco de 10 canciones, con una propuesta de gran cuidado lírico, armónico y melódico, que por momentos nos relaja y por otros nos hace querer saltar sobre un mar de gente.
Además de contar con una extensa carrera musical, Martín también tiene grandes aptitudes para el dibujo, tal como lo demuestra en su proyecto Animaciones Salvajes, por medio del que nos comparte sus sueños artísticos más profundos (y, por qué no, más húmedos).
En esta entrevista hablamos de su carrera como músico, de su disco y de su presente con las animaciones más surrealistas e introspectivas de toda la red.

Ph: Santos Loza (@santos.loza)
Primero quiero que me cuentes cómo surgió El Baile de los Salvajes. Antes venías trabajando en un proyecto con tu nombre de pila y habías lanzado varios discos. ¿Qué te llevó a hacer este cambio?
En principio, por diversión. Pero también porque hacía tiempo que venía pensando en el tema de la identidad. La personalidad es una cárcel en algún punto y, cómo dice Fabián Casas, el escritor se tiene que correr del poema y dejar que el poema le diga por dónde seguir. Un poco me pasó eso con este disco, sentí la necesidad de correrme y dejar que la música me dijera por dónde ir.
¿En qué sentís que se diferencia El Baile de los Salvajes de Martin Ameconi y los Pulpos?
Sinceramente en nada, el proceso es el mismo, yo escribo las canciones, armo las maquetas y le llevo la idea de producción a la banda, luego cada uno puede sugerir y aportar las ideas que gusten. Lo que sí creo es que tal vez El Baile de los Salvajes puede abarcar más que una idea de banda, es un techo bajo el cual pueden convivir todos mis caprichos artísticos.
¿Cuál es el significado detrás de la máscara y dónde la conseguiste?
Cuando estaba grabando el disco, vi el documental de Scorsese sobre Bob Dylan, el de la gira Rolling Thunder, y ahí Bob habla de las máscaras. Dice que alguien que lleva una máscara te va a decir la verdad y eso me encantó. Después se me vino la idea de la máscara de zorro, había algo oriental que me gustaba en esa figura. Así que empecé a recorrer cotillones en Once y compré unas máscaras muy berretas. Estaba a punto de tirarlas a la basura cuando en una reunión le comenté esto a una amiga, Camila Diez, y ella me pidió permiso para intervenirlas. Así fue que quedaron estas máscaras increíbles. Tengo tres en total y son levemente distintas unas de otras.
El año pasado presentaste el disco en el Teatro Sony, ¿cómo fue la experiencia de tocar todo un disco entero en vivo? ¿Sonó como tenías en mente?
Todo el 2019 se trató de El Baile de los Salvajes. No suelo tomarme tan en serio, pero para mí no fue hacer un disco y después presentarlo, sino que lo sentí como un todo. Puse mucha energía ahí, usé todo mi tiempo posible, perdí plata, vendí instrumentos y hasta me dejó una novia. Pero sentía que lo tenía que hacer y, con toda esa carga encima, quedar satisfecho al final del show es muchísimo. Sonó impecable y se armó un equipo con gente hermosa a la que le voy a agradecer siempre.
El disco propone una vuelta a la canción, un poco dejada de lado en la escena actual, ¿fue una búsqueda consciente?
Es que no me sale hacer otra cosa que no sean canciones, es lo que me gusta escuchar y, por lo tanto, lo que tengo ganas de hacer. Puede ser que los algoritmos sean menos amigos de las canciones hoy en día, pero hay cosas hermosas. El tema es que todo es cada vez mas de nicho y es difícil encontrarlas porque estamos hablando todos al mismo tiempo en el mismo lugar.
¿Qué artistas te inspiraron a la hora de componer el disco? ¿Les pusiste algún filtro a tus gustos personales al encarar este nuevo proyecto?
Siempre que estoy armando un disco solamente puedo escuchar música que tenga que ver estéticamente con lo que estoy queriendo hacer porque sino me vuelvo loco. Me basé mucho en Father John Misty y en David Bowie. Obviamente, los Beatles, pero no los destaco porque están en todo lo que hago, no solamente en este disco. Después, una vez metido en la grabación, aparecen cosas que no tienen nada que ver con las referencias y ahí se pone muy divertido; es como apuntar a un lugar y errarle a propósito.
En tu otro proyecto, Animaciones Salvajes, le rendís tributo a diferentes artistas con cortos animados. ¿Podés contarnos algo sobre esto?
El dibujo es algo que hacía de chico, no tengo recuerdo sin dibujar, y era lo que pensaba que iba a hacer toda mi vida, era lo único para lo que servía. Después apareció la música y dejé de dibujar. Es un problema que tengo, me interesa algo y dejó todo el resto, lo tacho directamente de mi vida. Hago música desde los 15 años, hoy tengo casi 35. Te puedo decir que en 20 años debo haberme sentado a dibujar 10 veces, y tal vez exagero. Es raro para alguien que pensaba dedicarse a eso.
¿Hay alguna razón por la que estos artistas te cuentan a vos sus divagues?
Durante la cuarentena, estaba preparando un disco nuevo. Tenía alrededor de 20 demos hechos. Pero por problemas de logística de grabación y situaciones personales, el disco se me fue desinflando. Me ofusqué bastante porque se me mezcló con cierto cansancio que venía sintiendo y dudas sobre mi rumbo con la música. Cuando te sentís estancado con un instrumento buscás un profesor, o alguien que te dé unas clases para acomodarte. Pero cuando el problema es más abstracto, no hay profesores. Me puse a pensar que necesitaba charlar con alguien, que me encantaría hacerle algunas preguntas a Fito o saber qué me diría Dylan. Probablemente me dirían que no los moleste, pero también me encontré con que muchas de esas preguntas ya me las habían contestado. Todo esto coincidió con que un día me dieron ganas de dibujar, como si hubiese agarrado el lápiz que dejé a los 15 años en un cajón, y lo primero que se me ocurrió fue dibujarlos a ellos. Cada dibujo es para mí un salvavidas. Siento mucha calma cuando me dibujo en moto con Dylan, o cocinando con Fito, o tomando una copa con Joni Mitchell. Sin darme cuenta estoy haciendo una caja de primeros auxilios para las malas rachas.
Músicos como Manuel Moretti y Jorge Drexler compartieron algunas de tus animaciones. ¿Te imaginaste tener esta repercusión? ¿A quién más te gustaría llegar?
Me parece muy gracioso, como músico siempre traté de arrimarme a mis ídolos con la música. Es increíble que empiece a dibujar y tenga un acercamiento a partir de ahí. Hace unos días me escribió Fito y aún no caigo. Y creo que hay una posibilidad de que Jeff Tweedy, de Wilco, haya visto mi animación porque recibí un like de su esposa. Es surrealista, realmente.
¿Las animaciones son la antesala de algo nuevo de El Baile de los Salvajes?
En principio, pensé que sí. Pero después me di cuenta de que no son la antesala, son lo nuevo de El Baile de los Salvajes.
¿Qué pregunta te hubiese gustado que te hiciera y no te hice?
Estuvieron increíbles. Pero si me hubieses preguntado cuál fue el gol de Boca que más grité, te hubiese respondido el de Walter Samuel contra el América de México en la semifinal de la Libertadores en el año 2000.
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