La primera vez que fui a Donnet, un comedorcito apretado armado en un lugar donde antes se vendían pollos, las paredes estaban completamente cubiertas con las gachipachis de Manuela Donnet. Entre sus viejos muebles, fotos familiares, sus platos y utensilios, sentí que estaba atrapado en una feria americana con las persianas ya cerradas más que en un bistro vegano medio hipster. Más que un restaurante parecía un centro cultural medio torpe en algún abismo negro de San Cristóbal—hay un muñeco Ken desnudo junto a una heladera de cerveza tirada con un diablo rojo pintado a mano.
Mujeres guerreras con peinados de colores brillantes bailaban entre risas antes de traerte a la mesa pilas de hongos orgánicos. Muchos son desconocidos aún al comensal más ampuloso en temas hongeros, de aspecto casí extraterrestre, como si fueran importados de otro sistema solar.
Desde entonces, Donnet ya está en un nuevo lugar—más grande y mejor iluminado que el anterior, en el corazón de Chacarita, un barrio tradicional que se está modernizando a toda velocidad. Les llevaron meses convencer al dueño de Los Tres Hermanos, una cafetería de estilo club masculino, de que le entregaran las llaves a un equipo mayoritariamente femenino que no pararon de regalarles hongos asados y crema de castañas a modo de coima. Una vez que les entregaron las llaves, Donnet abrió en un solo fin de semana.
Al entrar, casi llegás a sentir que los señores se acaban de ir, hasta que te llegan a los oídos los temas de Nelly de un estéreo del fondo y ves el muñeco Ken desnudo que sobresale en la pared.
Cuando los sonidos de la R&B de los noventas te empiezan hacer mover la cabeza, es momento de pasar de la jarra fría de birra a un vermut de la casa. El vermut está infusionado con innumerables hierbas, especias y cítricos, tanto es así que se parece más a una sangría con pimienta que a un vermut añejo. La vainilla se pega en la lengua como brillo labial pegajoso y baja unos grados el calor y humedad del verano.
Siempre termino pidiendo fainá con pesto y tomate, ese panqueque esencial de garbanzos peligrosamente tirado al horno hasta transformarse en una masa crocante. Cruje fuerte en la boca y chorrea gotas de aceite de oliva intenso sobre la lengua. Anchas rodajas de tomate se dasarman con los fuegos y alzan una salsa que salta y baja buchona entre una salsa fresquita primaveral y un boscoso doble extracto de tomate.
No hace falta elegir un sólo plato principal, vayan con los dos platos de hongos. La girgola salteada tiene una corteza de color dorado a lo largo de las crestas silvestres y los tallos largos. Vienen con tres guarniciones siempre improvisadas como porotos de manteca medio harinosos con pesto, bolitas de arroz almidonoso con una gota de salsa bien picante y un zapallo o calabaza con tonos dulces particularmente brilloso. Los hongos Donnet se alejan de los sabores etéreos hacia un sabor más bien terroso, con una crema sedosa de castañas fermentadas que los refresca—son sensaciones que se te quedan en la lengua mucho después para que nunca te sientas demasiado lejos del universo Donnet.
Donnet
Dirección: Jorge Newbery 4081
Abierto: de lunes a sábado de 7PM a medianoche
Precio por persona: $450-550
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