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Bienvenidos al rincón de lalalista donde nos mantenemos al tanto de las novedades en el mundo editorial de la historieta independiente Argentina. En la anterior entrega vimos cómo funciona el horror y su relación con la memoria en Galgo de Athos Pastore y para esta ocasión vamos a mantener este eje para analizarlos a través del lente extraño de Niño Oruga, la nueva novela gráfica de Pedro Mancini publicada por Hotel de las Ideas donde explora de una manera hermosamente peculiar y propia su vínculo con la figura de su abuelo.

Pedro Mancini se volvió una especie de figura de culto entre los lectores de historieta del ámbito local gracias al universo extraño que generó a través de sus ilustraciones y los “memes de autor” que comparte en sus redes sociales: un pastiche mutante donde su gusto por la iconografía del horror mezclado con su capacidad de transformar las desgracias de ser un ilustrador precarizado en grandes memes lo volvieron el principal exponente entre los ilustradores locales cuando la pregunta es “¿A quien me sugeris seguir en Instagram?”
Una marca de sus obras previas era el híbrido entre realidad y ficción, donde en títulos como Alien Triste (Hotel de las Ideas) y No soy Hordak (Loco Rabia) Pedro ya jugaba a enlazar episodios tristes o confesiones incómodas de su vida adolescente o adulta pasado por un filtro macabro, donde por rostro humano lleva un gusano extraterrestre o la cara de un villano de He-Man, salpimentado con una pizca de humor y mucho absurdo, para transformarlo en escenas con las que varixs podemos sentirnos identificadxs y al mismo tiempo extrañados. En Niño Oruga, Mancini construye un nuevo ejercicio en donde combina una constelación de personajes de su universo personal con un relato de naturaleza autobiográfica, explorando la relación de su yo adolescente con su abuelo Ricardo Pasano, Actor de cine y teatro que fue una figura relevante en la década del 40 en Argentina.

Victor es el joven protagonista de esta historia. Esconde su rostro tras una máscara todo el tiempo. Su familia lo percibe muy callado y un poco raro, pero poco saben de sus monólogos interiores y sus sueños extraños. El será el designado por la familia para vivir unas semanas junto a su abuelo, quien está viejo y necesita de alguien para cuidarlo. En las primeras páginas del libro se puede percibir una tensión familiar y un silencio en la mesa que parece esconder secretos familiares, pero en el momento que Victor cruza el umbral de la casa de su abuelo, el relato se transforma y ya no nos encontramos más en una autobiografía familiar común y corriente, sino que en el Ultramundo, universo que habitan criaturas fantásticas entre las cuales su abuelo es el regente y el personaje mas poderoso, bajo su figura del Anti-ser.
En esa casa donde toda puerta o ventana es un umbral a un universo paralelo y donde en cualquier rincón puede emerger una criatura fantástica, Victor irá conociendo poco a poco el universo interior de su abuelo en escenas oníricas que siguen la lógica de los relatos infantiles como en Alicia en el País de las Maravillas o El Viaje de Chihiro. A través de su encuentro con personajes tan bizarros como entrañables, Victor intentará develar los misterios sobre su abuelo, quien supo ser una estrella querida y reconocida y ahora, en la soledad de su hogar y con la vejez a cuestas, se ha transformado en un déspota del Ultramundo, dispuesto a destruir todo a su paso.

Hay un elemento cuasi mágico que desprenden los lugares y personajes ilustrados por Mancini: La alquimia que generan sus entramados de rotulador negro sobre la página logra presentarle al lector paisajes con una atmósfera entre opresiva y de ensoñación, donde los seres que se aparecen son capaces de conjurar horror y ternura en partes iguales. Mientras acompañamos a Victor en su camino a través de estos espacios surrealistas, se puede apreciar que cada paisaje y personaje que habita las páginas de este libro está cargado de una potencia visual que nos hace pensar que, solo quizás, no se trata del producto de la imaginación de un ilustrador sino de un espacio al cual todxs somos capaces de conocer (mientras nos conectemos al canal ultradeforme de nuestro subconsciente).
Atravesar el Ultramundo definitivamente tendrá un impacto en Victor: hará que se saque su máscara y conozca más sobre sí mismo, forme nuevas amistades y conozca a través de sus testimonios un poco más acerca de esta dimensión extraña. Surgirá en Victor una nueva manera de ver lo que lo hace especial: Al fin y al cabo, tanto él como el Ultramundo cambiaron desde su llegada a esa casa espectral, y en su confrontación con la pulsión destructora del Anti-ser se formará un vínculo de identificación y de reconciliación con lo oscuro y lo que desconocía en su interior.

Niño Oruga es un relato que mezcla la crudeza y el horror cotidiano con la fantasía para lograr una hermosa catarsis sobre el proceso de acompañar la vejez de un familiar, al mismo tiempo que lidia con aquello que “no se puede decir” que habita en el corazón de todos los silencios familiares. Funciona como una profundización del universo del autor para los lectores de la obra previa de Mancini, donde encontrarán personajes, léxicos y conexiones con otras obras. Pero al mismo tiempo, para quien se acerque por vez primera a una historieta de Mancini, este libro sirve como el perfecto “origin story” no solo del autor, sino de un universo vasto donde todos podemos encontrar algo propio en él. Quien bucee en las páginas de este libro, surgirá de ellas un poco más ultradeformer y un poco menos solo.