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Milagros Majó es una de esas artistas cuyos álbumes se sienten menos como “colecciones de canciones” y más como una experiencia minuciosamente creada, mostrando un arco casi narrativo a través de su secuenciación, un uso de motifs recurrentes, y un enfoque casi cinematográfico de los arreglos y el diseño de sonido.
Milagros Majó entró por primera vez en nuestro ámbito a través de su tema “En Los Bósques de Álamos Plateados”, que destacamos como uno de nuestros nuevos lanzamientos favoritos el año pasado. Cuando se lanzó el álbum Füryü el mes pasado, nos complació encontrar que está a la altura del estándar establecido por ese lanzamiento inicial. Y, al ser parte de ese lote de álbumes que nacieron durante la cuarentena, descubrimos que resonó en nosotros de formas inesperadas.
Hablamos con Milagros sobre la creación de Füryü, los temas que explora, y las influencias que lo atraviesan.

Cuéntame sobre la creación de este disco. ¿Cuándo empezó la vida de Füryü?
Empecé a trabajarlo a finales del 2019, en Diciembre, muy a finales. Ya tenía ganas de hacer un disco pero no tenía el grupo familiar de las canciones. Por ahí uno hace distintas canciones que pertenecen a distintas familias, y medio que ahí encontré con qué familia iba a trabajar. Agarré primero dos canciones, y con el productor fuimos al estudio y empezamos a grabar. Cuando ya teníamos las bases de esas dos primeras canciones empezamos a trabajar en el resto, y después vino la pandemia. Así que eso fue como una situación donde se frenó la manera de trabajar como solemos trabajar. Durante la pandemia seguimos trabajando en casa, y recién en agosto empezamos a poder volver a ir al estudio y convocamos a los distintos músicos. Así fuimos logrando terminarlo durante todo el año. Después en enero y febrero fue la mezcla, y en marzo la masterización.
Cuando empezó la pandemia, ¿las canciones estaban escritas?
No. Por ahí habían unas que después no fueron parte, y otras que medio se dividieron. El disco tiene 8 canciones que veo como lado A y lado B, 4 y 4. La primera canción de lado A es la misma canción que la número 5. Es el mismo tema pero agarrado desde otro lugar, con el mismo significado. Y ese es el significado del nombre del disco. Y la última canción es un pedacito también de la tercera canción. Yo quería generar un concepto, que empiece y que cierre. Las letras son canciones que musicalmente van pasando por distintos estadios, sensaciones, peor la letra se mantiene en el mismo escenario. Es el que habla de esta palabra y ese concepto que es el nombre del disco.
¿Cuál es el concepto?
Füryü es un concepto japonés que tiene dos palabras: Fu, que es viento, y ryu hace referencia a la transitoriedad. Y este concepto en la cultura japonesa dice que el hombre debe fluir en la naturaleza como hace el viento. Invita al ser humano a tomar a la naturaleza como su compañera. En estas canciones yo trato de tener un vínculo lineal, 1 a 1, con la naturaleza. Es el viento que canta una melodía, son las hojas que bailan con la luz de la luna, siempre humanizando la naturaleza.
Ese es un tema recurrente en tu obra. En tu disco anterior hay muchas referencias a la naturaleza, los elementos.
Totalmente. “En los bosques de álamos plateados” está inspirada en un lugar donde pasé la mayoría de mis veranos. Un campo que tenían mis abuelos cerca de Mar del Plata que es un lugar muy silvestre y salvaje, lleno de bosques. Yo pasaba mis veranos ahí, de Diciembre hasta Marzo, de niña. Y tenía muchas vivencias en esos lugares. Todo eso es lo que después hizo que las canciones se alimenten de esas experiencias que tuve de chica.
¿Abordaste la creación de estas canciones de manera distinta en comparación al disco anterior?
Fue un poco distinto. No es que yo contaba con una banda y fuimos todos y grabamos cada uno, sino que en los dos discos que hice siempre trabajamos desde un lugar más de pensar la producción y después por ahí generar una maqueta y después que venga el músico y genere lo que ya se había pensado. Eso siempre está. Pero este disco fue más así todavía por la situación de estar encerrados y no ir al estudio ni ir a ningún lado. Fue una composición más interna.
¿Tenes algún disco, canción, o artista que te transporte a un lugar y un momento específico de tu vida?
Hay varios. Pienso en las casas donde viví y me remiten a distintas músicas. Por ejemplo, cuando viví en Colegiales hace 5 años, tengo mucho recuerdo de Violeta Parra y de Leda Valladares. Ese año tuve esa música muy presente. Escucho esa música y se me viene ese espacio donde vivía. Y en otro momento cuando vivía en provincia y viajaba en auto, escuchaba mucho un disco de Beach House.
¿Qué estuviste consumiendo musicalmente durante el último año?
Mientras hacía el disco estuve escuchando bastante a Simón Diaz. Hago muchas listas de las canciones que me van buscando que encuentro por Spotify, que incluye bastante música Africana del norte, como Tinariwen.
Escucho un poco de influencia de ese tipo de música en el disco.
Si, hay mucha referencia africana en mi música. Lo que me llevó a hacer música fue la música africana, empecé con un taller de percusión, y a partir de ahí conocí muchos instrumentos como el ngoni. Luego viajé allá y estuve 3 meses aprendiendo a tocar el ngoni. Hay muchos como Toumani Diabate o Ali Farka Touré, esos que tocan el lengoni o el kora, lo escucho casi siempre. También escuché bastante un disco de mbiras, otro instrumento africano pero de Zimbabwe. Yo estuve en Ghana y Burkina Faso, la mbira es de Zimbabwe, pero me gusta que esa música es como un mantra que siempre se repite. Estuve tratando de traer eso a este disco también. Tengo una, y en la primera canción del disco toco la mbira.
¿Es difícil de aprender?
No tanto. Es raro por ahí porque la afinación nunca llega a ser como el resto de los instrumentos. Es muy dura y la manera donde están las teclas es muy distinta. Pero cuando te familiarizas y no estas pensandolo de una manera lógica es más fácil.
¿Qué instrumento es el que más usas para componer?
El cuatro quizás.
Lo noto. Hay mucha influencia del folclore latinoamericano en tus canciones.
Me hiciste acordar que escuché bastante un disco de música Venezolana. Es con un arpa, el cuatro, y maracas. Esos tres instrumentos generan este tipo de música. Y yo estaba por San Telmo, me encontré con un disco de estas músicas que me encantaron, y a partir de ahí empecé a hacer algunas de estas canciones.

La letra es muy central en tu obra. ¿Viene antes de la música?
En general primero viene la música. Jugando con el instrumento o buscando una nueva posición, empiezo a encontrar un camino y empiezo a hacer una nueva melodía. Esa melodía empiezo a cantarla, solo con las consonantes quizás, y a partir de ahí empiezan a nacer unas palabras. A partir de ahí ya sé para donde va a ir. Más o menos. Y ahí empiezo a pensar la letra, empiezo a leer cosas, busco información, y a partir de ahí la voy armando.
Lo digo porque hay un componente muy poético en tus letras.
Me gusta la poesía, pero no soy muy de leerla. Lo que más leí fueron poemas de Rumi o ese tipo de cosas más abstractas, que dicen algo pero dicen muchas cosas. Nunca fui de indagar mucho en el mundo de la poesía. Pero me gusta mucho. También me gusta hablar metafóricamente porque es como una manera de abordar un tema que puede significar algo pero lo hablo desde un lugar tan amplio que cada uno lo toma desde donde le pegue. Esa manera es la que me sale.
¿Qué es lo que más estás anhelando poder hacer cuando las cosas vuelvan a la “normalidad”?
Viajar. Siento que me nutre bastante. Toda esta situación complica la movilización. Y después también las reuniones con amigos músicos, no para tocar una fecha, pero hacer una jam en una casa con muchos instrumentos. Estar ahí toda la noche tocando.
¿Has pensado en cantar estas canciones en vivo?
No lo pensé tanto, porque lo veo tan lejano. Quiero hacer unos videos en vivo, no streaming. Estoy pensando en organizar unos ensayos con los músicos para hacer unos videos. Pero si, quiero compartir las canciones con otra gente.
Seguí a Milagros Majó en Instagram. Escucha Füryü por Spotify o Bandcamp.