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“Los mexicanos salieron de los indios, los brasileños salieron de la selva, pero nosotros los argentinos llegamos de los barcos,” dijo hace no mucho el presidente Alberto Fernández creyendo que parafraseaba al premio nobel de literatura Octavio Paz cuando en verdad citó parte de una canción de Litto Nebbia. Bueno, yo voy a parafrasear a mi amigo Rodrigo que dijo que “los argentinos no venimos de los barcos, venimos de Esperando la carroza”. Creo, también, que si hubiese algo así como una carrera donde uno estudiara argentinidad, Esperando la carroza sería básicamente una materia troncal.
Es que Esperando la carroza es nada más y nada menos que la más mejor película argentina de todos los tiempos. Por lo menos para mí; para el resto de la gente, y según Google, se encuentra fácilmente en el top 5, lo cual ya es un montón.

Como buena invención argentina Esperando la carroza es originalmente uruguaya, como el mate, Gardel, y Natalia Oreiro (?). Nacida como una obra de teatro del dramaturgo rumano nacionalizado uruguayo Jacobo Langsner, Esperando la carroza en su versión teatral supo despertar controversia de ambos lados del río de la plata. Básicamente o la amaban o la odiaban. Ya en su puesta en escena en versión local los críticos la defenestraron, lo cual no impidió una posterior adaptación al formato televisivo ya bajo la dirección de Alejandro Doria y con gran parte del que luego sería el elenco para la película.
La película se estrenó en 1985 y fue dirigida y guionada por Doria con asesoría de Langsner. Y aun así, muchos de los gags y frases que recordamos surgieron de la genialidad de los actores. Es que Esperando la carroza cuenta con un dream team de actores: Luis Brandoni, China Zorrilla, Antonio Gasalla, Julio De Grazia, Betiana Blum, Mónica Villa, Juan Manuel Tenuta, Andrea Tenuta Lidia Catalano y Cecilia Rosetto. Más la participación de Enrique Pinti como actor invitado, quien casi rogó ser incluido en la película. Y una fugaz pero memorable presentación de Darío Grandinetti.

Esta comedia grotesca se encarga de mostrar todas las miserias de una familia en los primeros años de la argentina post dictadura. Nuevos ricos, clase media aspiracional, pobres y más pobres aún afrontan, como les sale, el extravío, muerte y “resurrección” de Mamá Cora, la matriarca de la familia.
Lo primero que vas a notar si ves la película por primera vez, o la volvés a ver después de mucho mucho tiempo, es que todos en la película gritan un montón. Un registro actoral buscado por Doria, pero del que todos en el set descreían a excepción de China Zorrilla, que claramente siempre entendió todo. Lo segundo que vas a notar es que está plagada de latiguillos y frases que los argentinos a tu alrededor usan continuamente (no importa cuando y donde leas esta nota). Lo tercero que vas a descubrir es que te estás riendo de un montón de cosas de las cuales no deberías estar riéndote, una seguidilla de chistes incorrectos que dentro del tono satírico son un deleite.
El gran acierto de la película en general es haber hecho de todo una exageración. Los gritos, las actuaciones exageradas, las situaciones ridículas, las puteadas, la incorrección. Todo juega a favor de una historia que contada de otro modo sería un drama familiar sobre gente horrible. Por eso, más allá de haber sido considerada dentro del género costumbrista, esperando la carroza es más bien una parodia ácida de lo peor que tenemos los argentinos. Una caricatura de familia disfuncional nos para frente a nosotros mismos y nos muestra todo lo que no queremos ser.
Otro elemento que ayuda a despegarse de la realidad es el personaje de Mamá Cora. Este personaje, que en la obra de teatro no aparece en escena (solo es referido en los diálogos), en la película cobra fuerza y presencia, volviéndolo central aun cuando sus escenas junto con el resto del elenco son mínimas. Mamá Cora inicialmente iba a ser interpretada por Niní Marshall pero esa idea fue rápidamente descartada porque nadie iba a querer ver a Niní siendo maltratada. Entonces optaron por Antonio Gasalla, quien claramente no era ni mujer ni anciano. Pero que sabía componer el personaje dentro del absurdo y que además se le animó a las casi 5 horas que tomaba aplicarle el maquillaje de látex para transformarlo. Esta Mamá Cora caricaturesca y no realista es otro punto más que nos ayuda a tomar distancia de la historia, a alejarnos del realismo y situarnos en el absurdo que la vuelve disfrutable.
Con ya 36 años, Esperando la carroza es parte del ADN argentino. Aunque no hayas visto la película, igual conoces las frases. Si la viste, seguramente tenés un ranking mental de tus escenas favoritas y frases de la película que usas en tu vida diaria. Esperando la carroza está en todas partes, pasando de generación en generación, engendrando nuevas y mejoradas legiones de “Carroceros”, flotando en el aire. Esperando el momento para ser revisionada. Para colarse en tu vida. ¡Qué duda cabe!
Bonus track
Mi top five de frases de Esperando la carroza (también las más usables en la vida diaria, porque La La Lista es servicio.)
“¡Ahí lo tenés al pelotudo!”
“¿Adónde está mi amiga?”
“TRES EMPANADAS”
”¡La gente joven no encuentra sosiego!”
”Yo hago puchero, ella hace puchero. Yo hago ravioles, ella hace ravioles”